jueves, 24 de febrero de 2011

Entre el gym y los fogones

Definitivamente tu relación con tu comadrona es de amor-odio.

El día del parto entre los dolores que sufrirás y las ganas que le tienes, la sala de partos parecerá un cuadrilátero de kick boxing! “¡¡En un rincón con un peso de 67kg tenemos a COMADREITOR el terror de las preñadas!! Y en el rincón opuesto con un peso de 70kg a PREÑÁ CABREÁ con la hormona loca!!”…

Sueñas con su voz en off cada noche. La oyes diciéndote “¡¡nena, estàs massa grassa!!” así que has decidido volver al gym (porque tú no vas al gimnasio, tú vas al gym).

Al llegar compruebas que no ha cambiado nada, lo que te consuela porque significa que no hace tanto que no vas. En el vestidor te desnudas lentamente para que todas las presentes puedan apreciar tu barriguita de preñatriz. Te enfundas en tu equipo: pantalón de chándal ochentero y camiseta de tu marido XXL. Pero ¡Oh sorpresa! No has calculado bien tus nuevas curvas y el pantalón no es que te vaya lo justo, es que a duras penas te entra y encima te guillotina la parte baja de la barriga. Así que decidida a no renunciar a tu sesión de ejercicio te subes los pantalones hasta el ombligo y más allá, subiéndote las perneras por encima del tobillo y dejando al descubierto tus calcetines de deporte blancos con rallita roja y azul. Cutre no, lo siguiente.

A los 6 minutos en la elíptica cuando tu corazón amenaza con salírsete por la boca decides que ya es momento de relajarse y recuperar el ritmo cardíaco. 
¡A la sauna de cabeza! Te sientas, te quitas la toalla y luces perfil griego de preñatriz chachi. Al cabo de 3 minutos notas como las otras chicas te observan, observan tu deliciosa barriguita y vuelven a observarte a ti y te hinchas como un pavo real de orgullo de preñatriz. Eres la más bella entre las bellas. Hasta que levantas la vista y al lado de la puerta lees un cartel en letras mayúsculas en negrita que pone: “Está totalmente contraindicado hacer uso de la sauna durante el embarazo”…ups…!

Muy dignamente simulas tener suficiente sauna, envuelves tus redondeces en la toalla y sales pitando de la sauna a meterte en una ducha de agua fría para bajar la temperatura de tu cuerpo. No vaya a salirte el niño cocido :o

Recuperada del susto y empecinada en mantenerte estupenda, decides complementar tus visitas al gimnasio con una dieta equilibrada, sana y variada. Así que coges tu carrito de la compra y te vas al mercado.

En tu primera visita SOLA al mercado haces 2 descubrimientos muy importantes a tener en cuenta:

1- No es lo mismo medio kilo de naranjas que medio kilo de jamón york. Tienes lonchas para empapelar la habitación del niño de arriba abajo.

2- Hay que pedir las cosas por unidades salvo las aceitunas. 275 aceitunas NO es una medida habitual de compra.

Ya en casa te encuentras con la nevera a reventar y te la quedas mirando fijamente: ¿Qué hay peor que una esposa que no sabe cocinar?? Una que está aprendiendo.

Pillas tu portátil y consultas a tu vademécum personal y Oráculo Universal de sabiduría: GOOGLE.

Escribes: “zanahorias y puerros” y le das a Intro. De repente te salen un montón de recetas de cocina de cosas que se pueden hacer con estos dos ingredientes…¡crema de zanahorias y puerros! Obvio. Has necesitado que te preñaran y que llegara el siglo XXI para llegar a esa conclusión.

30 minutos más tarde. ¡TACHÁN! Tu primera crema de puerros y zanahorias chispas! De hecho, tus primeros 12 litros de crema de puerros y zanahorias chispas…!


Tu santo marido no es que esté harto de comer crema, es que cada vez que ve un puerro llora.

1 comentario:

  1. ¡Que cierto todo! La comadrona que te dice lo gordita, los intentos al gym y sobretodo ¡ese ir al mercado sola! ¿Y es que porque no hay instrucciones ni nadie te enseña como pedir? Estaba chafardeando tu blog y no me he podido estar de comentar xD

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