lunes, 18 de septiembre de 2017

(Casi) Cuarentona molona.

Este verano, y a un año vista de cumplir 40 primaveras, has decidido arrancar la operación Cuarentona Molona porque ya va siendo hora de que te tomes en serio lo de cuidarte un poco. Porque tienes que reconocer que no te cuidas una mierda. Puede parecerlo pero no. Y no es por no haberlo intentado, ojo, que tú ganas le has puesto sobretodo durante el desayuno que te pones fina a cosas healthies pero después ya te relajas y que les den por culo a los aguacates. 

Lo primero que quieres conseguir es hacer CONTROL+Z a los efectos colaterales de vivir cerca de los abuelos, que donde antes eras cóncava ahora eres convexa.

Y como últimamente vas falta de tiempo entre Iaioland, Barcelona y la gestión de los vástagos, te has lanzado al deporte de moda (o eso dicen): el running. Footing de t o d a l a v i d a d e D i o s.

Así que anoche decidiste salir a correr. Bueno, a vomitar. Madre que tortura...

Te enfundaste un condón negro en forma de mallas, un jersey de manga larga de esquiar (aquí se suda sí o sí, por esfuerzo, lipotimia o vergüenza, pero se suda) y a la calle.

Hacía décadas que no corrías. Bueno mentira, corres detrás de tus hijos cada día pero a intervalos cortos, sin rumbo fijo y soltando amenazas y nombres de hijos al tuntún,  y no es lo mismo. Te refieres a correr de verdad, concentrada, a marcarte un Forrest Gump en toda regla. Y a la que te pusiste te vinieron de golpe a la cabeza algunas cosas que no recordabas del hecho de correr:

1. Que no te gusta una puta mierda.

2. Que dejaste de correr desde que te operaron una rodilla y el traumatólogo te prohibió deportes de impacto. Tu inflamación de esta mañana os envía saludos.

3. Que necesitas un sujetacachetes porque sujetadores compresores ya tienes, pero te rebotan los mofletes del culo cuando trotas y es harto desagradable.

4. Que empiezas caminando y no acabas de encontrar el momento de ponerte a trotar de verdad, y vas hablando para ti misma:

 “Mejor unos minutos de calentamiento caminando. 5 minutos. 7 minutos. 12 minutos… Va. En cuanto llegue a ese árbol empiezo". 

Llegas. 

"Ahora sí. Empiezo dentro de dos minutos. A en punto que será más fácil controlar el tiempo”

22:30h.

Venga ahora.”

Y de repente piensas:

“¿Pero por qué voy a correr si no me persigue nada ni nadie? ¿¿A ver qué puta necesidad tengo de huir??”

5. Que no puedes olvidarte los cascos en casa y poner la música a todo trapo igualmente en el móvil porque eres una madre. Y las madres tenéis canciones como “De nada” de Vaiana o “Let it go” de Frozen en tu playslist preferida y justo se arrancan a sonar cuando estás pasando al lado de alguien.

6. Que duele el alma cuando corres. Notas como los pulmones se abren paso por el esternón para intentar trepar por el esófago y salírsete por la boca. Horroroso.

7. Que hacerte mayor también tiene sus ventajas porque la gente joven te mira raro pero no puede importarte menos. 


8. Que corriste sólo 12 minutos, de los cuáles del tirón sólo aguantaste 5 y que tienes que volver a recoger uno de tus pulmones tránsfugos.


Conclusión: no entenderás en la vida que gracia hay en correr. No te gusta, es aburrido y doloroso. Sin embargo hay gente a la que la hace tremendamente feliz y te gustaría ser uno de ellos, así que en pro de la operación Cuarentona Molona y mientras tus meniscos no se quejen (mucho) vas a seguir intentándolo.

¿Algún consejo?

martes, 5 de septiembre de 2017

Las vacaciones matan padres.

Las vacaciones matan padres. Se dice poco y hay que decirlo más: las vacaciones aniquilan progenitores.

Las vacaciones de verano, junto con carnaval, Semana Santa, Navidades y todo lo que suponga que tus koalas de velcro tengan carta blanca para que se te enganchen a la chepa a estirarte de los pelos (literal) son de lejos, lo que más estresa a un progenitor después de verles enfermos, eso sí. Que nuestros vástagos nos estresan y los queremos a veces un poquito lejos tirando a tomar por culo, pero OJOCUIDAO como algún virus ose siquiera rozarlos. Que hay ocasiones en las que venderíamos nuestra alma al diablo para que se estuvieran quietos de una puta vez durante un rato, y si les da fiebre y se quedan chof, entonces volveríamos a vender nuestra alma al diablo para que volvieran a estar sanos y corriendo por casa, si es que lo queremos todo, coño.

La cuestión es que pasar muchas veinticuatro horas seguidas non-stop con tus pequeños asalvajados, sin rutinas y con el porculómetro a tope es agotador. Entretenido, divertido y reconstituyente, sí. Pero agotador de cojones. Al menos para ti con tus tres adorabilísimos energúmenos de tirabuzones rubios.

Si bien es cierto que los gemelos con sus dos años y ocho meses dan mucho más trabajo que el mayor, debes reconocer que están atravesando una etapa altamente comestible y maravillosa en la que empiezan a mantener sus primeras conversaciones y te m u e r e s. De hecho uno de ellos habla por los codos y el otro escucha, tienes un orador y un "pasante" (cotilla en argot manchego), no obstante cada uno a su manera presenta altos niveles de comestibilidad y eso ha hecho que este verano hayan sobrevivido, de momento.

Sin embargo el que este verano ha dado más guerra ha sido el mayor. Madredelamorhermoso…. 
Siete años. Sólo siete y dando por culo como uno de quince, o no, tal ves estés subestimando a los de quince y lo que te aguarda dentro de unos años te hará añorar esto... 

La cuestión es que ya tiene amagos puntuales de pre-adolescente y tu no estás preparada para esto. Tú tuviste un angelito rubio adorable que te veneraba por encima de todas las cosas amén y ahora está mutando a adolescente gilipollas. De hecho se ha pasado todo el verano debatiéndose entre el niño adorable que es y el adolescente gilipollas que puede llegar a ser.

Durante los conatos de adolescente cualquier cosa que le decías su respuesta era “¿En serio?” mirándote con cara de “no te enteras de nada, TÍA” y quedándose con la boca abierta como pasmado ante tu más que obvia estupidez. Pa matarlo.

“Jomío, hoy comeremos barbacoa”
“¿En serio?”

“Jomío, llévale esto al abuelo”.
¿”En serio?”

 Y este verano también ha explotado su potencial como suicida:

“Mamá, ¿vamos a correr?”

“Claro. Esta tarde vamos”.

“No, ahora”.

“Es la 1 del mediodía y estamos en mitad de La Mancha. Hay casi 40 grados ºC fuera y un -150% de humedad, ahora no es buen momento”.

“¿En serio?”.

Aquí tenías que escoger entre quedar como una cobarde o morir de insolación para callarle la boca.

A la calle, por supuesto. Dijo “en serio” pero tu cerebro entendió: “no hay huevos”.

A los 15 metros de la puerta de casa:

“Mamá, tengo caca, volvamos”. Aquí volvía a ser tu niño adorable de siete años.

Volvisteis a casa. Cagó. Volvisteis a salir. Corristeis 22 metros.

“Mamá, ahora vamos caminando y en aquel árbol (a 20 metros) damos la vuelta y volvemos a casa”.

Llegasteis al árbol y cuando os dabais media vuelta para volver a casa: 

¡¡HIIIIIP!!” Le dio la madre de todos los ataques de hipo y no podía correr e hipar a la vez. Parasteis.

“Mamá -hip- yo creo que por hoy -hip- es suficiente -hip- hemos corrido mucho -hip- ¿eh?”


“Sí mi vida, 45 estupendos metros hemos corrido, mañana más que hoy ya estamos agotadísimos".


Tu flor de loto alma de runner NO tiene, de momento sólo de futuro adolescente gilipollas en cuerpo de niño adorable.