lunes, 25 de noviembre de 2013

El caracol.

Queridos papás, mañana vamos a empezar en clase el estudio del caracol vivo. Y es por este motivo que queremos pediros que mañana por la mañana cada niño traiga un caracol VIVO a clase, así entre todos haremos una caracolera de caracoles VIVOS y los cuidaremos durante las próximas semanas”.

Y así es como se sufre un microinfarto sin antecedentes cardiopatológicos en la familia un lunes a las 19:30h.

¿De dónde cojones sacas un caracol vivo si no vives en Rivendel?
Pánico te dan las notas de la maestra en la mochila de Jomío, cualquier día te piden una pestaña de unicornio para el estudio del cuadrúpedo mitológico común y ese día te va a dar un chungo muy feo.

Recompuesta de la estupefacción, te plantaste en mitad del parque más cercano y te centraste en la misión que se te había encomendado: encontrar un puto caracol.


“A ver, si yo fuera un molusco gasterópodo come-verde ¿dónde me escondería?. En un parque infantil infestado de fieras gritonas desde luego que no. Aquí no voy a encontrar una mierda de caracol y menos vivo. Además salen cuando llueve y hace semanas que no llueve. Esto está bastante seco… Hay que joderse con el calor que ha hecho hasta noviembre, apenas hace una semana que he sacado el anorak, tal vez debería comprarme una chaqueta de entretiempo para estas semanas tontas que de vez en cuando vienen, ¿por qué se llamarán de ‘entretiempo’?… COÑO céntrate, y busca un caracol.”


Y andabas perdida en tus divagaciones a cuatro patas entre los arbustos cuando a tus espaldas oíste un “ejem…señorita, ¿la puedo ayudar?” Un chico del equipo de mantenimiento te miraba desde el otro lado de los arbustos con los ojos como platos.

Quiero un caracol”.

Ahí, reforzando tu imagen de sociópata. Te levantaste y te fuiste, sin mirar atrás, no fuera a echarte del parque a escobazos.

Fracasada la operación Caracol Infinito, pasaste al plan B: robarle un ejemplar a algún compañero de clase.

Así que al día siguiente viste que el padre de un compañero de Jomío llevaba una caja repleta de caracoles. Una-pu-ta-ca-ja-lle-na-un-mar-tes (...) y le cedió un par a Jomío que abrió la mano para recibir su aportación de gasterópodos, pero en cuanto el bicho le rozó la mano la partó provocando un caracolicidio en caída libre al vacío.

"Ecs, está frío y es muy feo. Y tiene antenas en el culo".

Aquí entendiste la insistencia del matiz “vivo” en la nota de la maestra.

Y el karma debe de existir porque el viernes de la semana pasada Jomío apareció en casa con "A" (no se mató con el nombre, no fuera a reventarle la cabeza) el Jackass de los caracoles, su alter ego reencarnado en gasterópodo: se tiró al vacío 3 veces en 2 minutos.


Igualito que Jomío: pequeño, baboso e intrépido.