Mostrando entradas con la etiqueta nueva vida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta nueva vida. Mostrar todas las entradas

lunes, 19 de septiembre de 2016

Vida nueva, escuelas nuevas.

La auténtica liberación de la mujer no vino por su inserción en el mundo laboral, sino por la escolarización de los hijos. Bendita sea la escuela AMÉN. Si fuera una escuela de reggeaton cansino, mientras te los tuvieran entretenidos de 9 a 17h te seguiría pareciendo una bendición AMÉN.

La semana pasada por fin arrancaron las clases en iaioland y llevasteis a los niños a sus nuevos colegios, que no son de reggeaton cansino (menos mal).
La escuela de Jomío es la escuela donde fuiste tú toda tu vida y donde tu madre fue maestra durante mil años y es recordada como una institución así que le han recibido con honores, es el “nieto de”.

Y todos los miedos que teníais por si Jomío iba a adaptarse bien a su nueva escuela se disiparon el primer día cuando a la salida salió sonriendo y muy contento. Aunque eso no le libró del correspondiente interrogatorio de padres esquizofrénicos preocupados que parece que hayan enviado a su hijo a Afganistán en lugar de a la escuela:

Tú: ¿Cómo estás?
Jomío: Bien.
Tú: ¿Cómo ha ido?
Jomío: Bien.
Tú: ¿Te lo has pasado bien?
Jomío: Sí.
Tú: ¿Te has comido el bocadillo?
Jomío: Sí.
Tú: Y bueno, cuéntame cosas ¿qué es lo que más te ha gustado de tu nuevo cole?
Jomío: El timbre, suena muy guay.
Tú: Y a parte del timbre que suena guay, ¿qué otra cosa es lo que más te ha gustado del cole?
Jomío: Que desde el patio se ve el Mercadona.

Tu hijo siempre fijándose en las cosas importantes. 
Te rendiste y diste por bueno el arranque del curso.

Tienes que reconocer que a media mañana ejerciste de madre neurótica y te acercaste a la escuela para ver si a lo lejos le veías a la hora del patio. Y cuando dices a lo lejos es porque el patio es grande de cojones. Pero tuviste suerte y le viste más o menos rápido (nota: por la mañana le vestiste con una camiseta muy cantona para facilitarte la tarea de voyeur maternal MUAHAHAHA). Y al identificarle te llevaste dos sorpresas, una buena y una mala. La buena es que estaba jugando con más niños y se le veía feliz. La mala que no paraba de meterse la mano en los pantalones y después se la olía. WTF.

Tuviste que hacer gala de toda tu paciencia para no ponerte a zarandear la verja y a gritar como una energúmena su nombre y blasfemarle en arameo, no era cuestión de estigmatizarlo en su primer día de cole.

Asumido que tenías que tener una charla urgente con él sobre hábitos de higiene te dirigiste a recoger a los gemelos a la guardería que está al otro lado de la calle. Tardaste la friolera de 2 minutos.

El panorama fue el esperando. El vitwingo sociable salió corriendo hacia ti y trató de escalarte mientras daba claras muestras de alegrarse mucho de verte, y el vitwingo digno se quedó dónde estaba, evitando en todo momento el contacto visual con ésta, su verduga, y sin mover un solo músculo. Tuviste que ir tú hasta él y tratar de entablar conversación. Sin éxito por supuesto. Y en el camino de vuelta en casa en coche, mientras el vitwingo sociable te contaba cosas a su manera, el otro iba en silencio y con la mirada perdida en el horizonte por la ventana. Volvió a hacer contacto visual contigo al cabo de 3 horas pero sin atisbo de sonreír. Sigue enfadado y lo sabes. 

Así que en general fue bastante bien, sólo uno de tus tres hijos te ha retirado la palabra.


miércoles, 15 de junio de 2016

Cambios, cambios everywhere...

Todos odiamos algo, los lunes, el despertador, el olor a sobaco turco del vecino del cuarto, algo.

Tú odias los cambios. Y los meses de junio. Principalmente porque es el mes que viene siempre con más cambios. Fue en junio también cuando te dijeron que había un corazón extra latiendo fuerte in da uterus. En la primera ecografía a finales de mayo había una mancha, en la segunda a principios de junio había dos. Culpa de junio, fijo.

La cuestión es que el primer año de vida de los vitwingos ha sido bastante gestionable. Han sido dos felpudos emisores de ruiditos adorables que se quedaban quietos y sonrientes donde les dejaras. 
Ahora caminan. Y es como tener dos zombies hiperactivos dando vueltas por toda la casa. Os faltan metros y oxígeno por doquier. Así que una noche tras acostar a the beasts, os mirasteis a los ojos y dijisteis: "Es el momento. Hagámoslo. Ahora o nunca". Y lo hicisteis.  

Después urdisteis vuestro maléfico plan: mudaros a una casa más grande.

Habéis decidido dejarlo todo en busca de un nuevo y más amplio hogar, con más oxígeno, más habitaciones, más luz, más cerca de la familia, más económico, más todo: ¡Os mudáis a Iaioland! (Canguros gratis, ¡yuhuuuuuuu!!)

 Playas naturales como ésta a 10 minutos de vuestra nueva casa. ¡Bravo!

Pero claro, no todo el monte es orégano y ha habido algunos flecos importantes que gestionar:

El trabajo. Has tenido que hacer de tripas corazón y romper con tu empresa. Ha sido un “no eres tú, soy yo” en toda regla. Tu futuro laboral inmediato se  va a concentrar en la ardua tarea de ejercer de madre 24x7 de 3 fieras durante los meses de julio y agosto y estás más acojonada que si tuvieras que pelearte con 40 gremlins en un parque acuático. 
En septiembre arrancará un nuevo proyecto profesional con matices internacionales que tendrás muy a bien dedicarle toda tu energía cuando no estés ejerciendo de madafaca.

Jomío. Estabais aterrorizados por cómo iba a reaccionar vuestro heredero ante tamaño desatino por que es un enamorado de su “Barsalona”, de sus amigos, del fútbol y del puto metro, lo que le gustan a este niño los trenes…¡!


Tu pequeño yonki ferroviario haciendo ventosa en Scopic Miniatur Barcelona. 


  • J (Jomío): *cara de por qué mis padres tienen cara de estreñidos*
  • T (tú): "..blablabla…y podremos hacer muchas más cosas porque tendremos más tiempo."
  • J: "¿Podremos ir a la estación a ver pasar trenes?"
  • T: "Hombre, bueno si es lo que quieres, podemos verlo, puedes ir con el abuelo " (Brown dispatching de manual, mamipunto para tí :b).
  • J: "Mmm…vale. ¿Y podré hacer espada?"
  • T: "Esgrima. Sí, allí podremos hacer más cosas. Podremos viajar más a menudo. ¿A que te gusta viajar? Podremos llevarte a Londres". (Se muere por ir a ver el Big Ben).
  • J: "¡Síííí!!! ¡Y a Japón a montar en el tren bala!!"
  • T: "Eh..uh..sí, claro, a Japón también".
  • J: "Vale. Quiero una galleta".


Fin del drama. Trenes y galletas, what else?

Total, que lo que vosotros pensabais que sería una escena de drama grecorromano se convirtió en un pim-pam de 22 minutos. Los 218 argumentos de buenos padres, razonables, amorosos y dadivosos que os habíais estado preparando las últimas semanas os los tuvisteis que comer con patatas, porque si hay trenes cerca ¿dónde está el puto problema?.

Así que de momento en esas estáis, preparando la tercera mudanza de los últimos 4 años y mirando billetes a Japón.

Continuará...