jueves, 27 de noviembre de 2014

La que se avecina...



Pero de verdad, o eso dicen.

Y es que a día de hoy, a apenas 3 semanas para la Epifanía Gemelar sientes en tus entrañas (a parte de patadas voladoras)  que esto no va contigo. Tu casa es un ir y venir de gente, gadgets repetidos y montañas de ropa tamaño pigmeo, y aún y así sigues sientiendo como que no va contigo, lo sientes totalmente ajeno a ti.

Tienes una barriga que bien debería bastar para recordarte que aquí pasa algo que te afecta en primera persona, que tener cuatro bultos alienígenos en cuatro puntos equidistantes del ombligo muy normal no es. Pues nada oye, que no va contigo.

Y  te da miedito la doble ostia a mano abierta que te va a dar la realidad cuando tengas que limpiar cataplasmas de mierda a dos manos y te estén mirando dos pimpollos con cara de “Are you talking to me?”.

Con el primer embarazo, TODO era nuevo, excitante y emocionante. Cuando supisteis que venía una segunda terna de descendencia, os autonombrastéis Padres Seniors. Además tu marido ya sabía distinguir el dalsy del apiretal él solito, ergo ¿qué podía sorprenderos? ¡Esto iba a estar chupao!.

LOS COJONES.

Gemelos. Tocotó. 

Y ya desde la semana 8 de embarazo empezaron los miedos de un embarazo diferente, con más controles, más riesgos y más chuminadas.


Para empezar os colgaron la medalla de “embarazo de riesgo”, caquita.

Para seguir, os dijeron “es un monocorial biamniótico (una placenta, dos bolsas)” que en primera instancia te sonó a maldición gitana y te entraron ganas de gritarle: “Monocorial tu padre, ¡gilipollas!

Y para acabar, visitas ginecológicas semanales. Nunca has hablado con este hombre con las bragas puestas, NUNCA.

Todo ha sido enteramente distinto en relación al embarazo de Jomío, y como muestra una comparativa:

 


Te quedan 3 semanas si no se adelantan los pimpollos como cree el médico que sucederá. 

Y tú, estás de todo menos preparada y consciente de la que se avecina…

Ay…ayAY... 

Lo que sí tienes claro es que durante los próximos 20 años el padre tiene prohibidísimo abandonar el hogar conyugal por el motivo que fuera, y si conoce a alguien y se enamora perdidamente, que se la traiga a vivir a casa y os eche un cable, que tú no te quedas sola con estas tres fieras. Has dicho.