viernes, 5 de febrero de 2016

Creo en Thor.

Y en la Fuerza, los minions, Batman y Papá Noel.

Porque desde el momento en el que la ciencia no lo puede explicar todo, tu impresionable cuerpo calloso necesita tener fe en algo y puestos a creer en seres intangibles, te decantas por tu rubio de rubios, San Thor.


Y piensas seguir predicando la doctrina del Thorismo hasta el día en que la ciencia consiga justificar cosas como:

El Teorema del adulto monguer. 

Esto es que tú, con tus 37 palotes y tus dos manos articuladas con dedos prensiles NO seas capaz de sacar las toallitas húmedas de una en una (siempre te salen de 14 en 14) y sin embargo tu mico de 13 meses de vida, con dedos minúsculos y primarias habilidades psicomotrices sea capaz de, en menos de un pestañeo, sacar 64 de las 89 toallitas del paquete separadas una a una. 
Esto no lo explica la ciencia.
Y para las familias que no tengan el placer de tener varios bebés en paralelo, informaros de que por norma, el propietario del segundo culo objeto de limpieza se encarga de acabar de sacar las pocas toallitas que habías conseguido salvar dentro del paquete.


La Teoría del cagato mágico.

El cagato será SIEMPRE directamente proporcional en masa, densidad y pestilencia a la prisa que se tenga. Ergo si vas con tiempo y sin prisas, NO habrá cagato. Ahora bien, cuando tengas prisa asume que en cuanto le hayas arreglado, vestido, acicalado, perfumado, puesto el abrigo y amarrado al carrito, se va a cagar, pero bien. No va a ser un cagato comunis, va a ser el Messi de las cagadas, de las que asoman por el pañal y no hay toallitas suficientes en la casa que enmenden tamaño desatino, de las de tener que activar la cuarentena, llamar a Sanidad e ir a por disolvente industrial y manguera. 
Tampoco explica la ciencia cómo puede un cachorro humano cagar TANTO en tan poco tiempo, que lo de tus hijos cagando ya roza el vicio.
Por supuesto si tienes gemelos, cuando tengas gestionado al primer enano, el hermano le imitará.


El primer principio de la termodinámica: Kelvin y Celsius me comen los huevos.

Según el cual cuando abras 2 milímetros la puerta del jardín, se te escabullirá un bebé entre las piernas y huirá como alma que lleva el diablo a corretear en pijama en pleno enero, tan pichi. Pero tú sin el plumón no tendrás huevos de salir a por él y devolverlo al calor del hogar. 
Tampoco explica la ciencia por qué no muere criogenizado ese enano supuestamente "indefenso" a la intemperie.
Como no podía ser de otro modo, en el caso de gemelos, cuando consigas meter en casa al mico y cerrar la puerta, te darás cuenta de que el otro nosabescómo también se ha escapado y está bajo la palmera dando palmas con un pie fuera del pijama. A por el plumón otra vez...


La Ley del gotelé y la escalada extrema.

Que 12 kilos de carne rosa con boca con un simple manotazo consigan estucar de mousse de puré de verduras desde la lámpara del salón hasta tu sujetador por dentro. Esto tampoco viene en el libro gordo de la ciencia.
Y en el caso de gemelos, el estucado veneciano de pecho vendrá acompañado de arañazos en brazos y espalda porque mientras des de comer a uno, habrá otro que clamará al cielo su ración de comida intentando escalarte por donde sea: espalda, brazos o pelos, la cuestión será dejar a mamá con la camiseta rota, arañada y medio calva, como si vinieras de vender droga.


Y éstas, son sólo cuatro muestras de tantísimos misterios que rodean la siempre entretenidísima maternidad. Y si la ciencia no puede argumentarlas y no por ello dejan de sucederse, entonces en algún punto del planeta hay un lugar llamado Valhalla donde un armario empotrado de 3x3 con melena rubia y pectorales del tamaño del culo de Kim Kardashian te está esperando...(suspiro)...