miércoles, 20 de junio de 2018

Diagnóstico: cojonazos.


En tu casa no necesitáis que vuestros retoños cumplan 18 años y tengan los huevos peludos como la barba de un hipster para que os provoquen un engarrotamiento genérico de esfínter comunis. Con cumplir los 18 meses es suficiente.

Porque cumplir 18 meses y que Atención Temprana llame a la puerta de tu casa es todo uno.

Tres hijos, tres derivaciones a Atención Temprana. Esta familia no crece más porque si adoptáis un perro os lo diagnostican.

Os iniciasteis en el mundo de la Atención Temprana con Jomío que por suerte quedó en nada. Seguisteis con Leo y su diagnóstico de autismo, y como no hay dos sin tres, las pasadas navidades os volvieron a derivar a Atención Temprana por el otro gemelo.

En el CDIAP os quieren adoptar o algo y no saben cómo decíroslo. Ya solo falta que te deriven al padre.
Total, que la historia se ha repetido este año. El diagnóstico de autismo de Leo os cayó en junio del año pasado, y la valoración de Massimo ha caído otra vez en junio. Por si le tenías poco asco al mes de junio que es el mes por excelencia de cambios de rutinas y de jodiendas varias, os caen diagnósticos por doquier. 

Habéis pasado otros seis meses de médicos, pruebas y valoraciones. Que no haya un minuto de aburrimiento en iaioland ni una franja horaria semanal en la que aburrirse.

Al benjamín de la casa es al que más ha costado ver si había algo o no, porque signos de alarma hay, pero no determinantes. Rigidez hay, pero no siempre. Problemas de lenguaje hay, pero de repente pasa de no construir una frase con coherencia a venir corriendo para acusar a uno de sus hermanos de alguna fechoría con todas las letras y clarísimo significado: “Mamá ven, mira Leo ha cogido tu móvil”. Tocotó.

Después de seis meses de valoración os han confirmado que:
  • Autismo NO tiene. Confiabais en ello pero descartarlo con la prueba específica del autismo no está de más para poder dormir tranquilos y que se os desatrofien los esfínteres que se os habían quedado del tamaño de uvas pasas de tanta tensión.
  • Tiene retraso en el desarrollo del lenguaje. Oh, sorpresa. Que el pobre teniendo un hermano gemelo con autismo, siendo gemelos de finales de año e hijo de su padre que considera que el lenguaje verbal está sobrevalorado, POCO retraso del lenguaje tiene.
  • Y que la cabezonería nivel PRO que muestra el gemelo benjamín en algunas ocasiones responde a lo que vienen siendo COJONAZOS de toda la vida de dios.

Pero la culpa es vuestra, porque le ponéis nombre de gladiador y emperador romano: Massimo, y claro, después esperáis que se convierta en un ser humano corriente. Y todo no puede ser.