Este verano, y a un año
vista de cumplir 40 primaveras, has decidido arrancar la operación Cuarentona
Molona porque ya va siendo hora de que te tomes en serio lo de cuidarte un
poco. Porque tienes que reconocer que no te cuidas una mierda. Puede parecerlo
pero no. Y no es por no haberlo intentado, ojo, que tú ganas le has puesto sobretodo durante el desayuno que te pones fina a cosas healthies pero después
ya te relajas y que les den por culo a los aguacates.
Lo primero que quieres conseguir
es hacer CONTROL+Z a los efectos colaterales de vivir cerca de los abuelos, que
donde antes eras cóncava ahora eres convexa.
Y como últimamente vas falta
de tiempo entre Iaioland, Barcelona y la gestión de los vástagos, te has lanzado
al deporte de moda (o eso dicen): el running. Footing de t o d a l a v i d a d
e D i o s.
Así que anoche decidiste salir
a correr. Bueno, a vomitar. Madre que tortura...
Te enfundaste un condón
negro en forma de mallas, un jersey de manga larga de esquiar (aquí se suda sí
o sí, por esfuerzo, lipotimia o vergüenza, pero se suda) y a la calle.
Hacía décadas que no
corrías. Bueno mentira, corres detrás de tus hijos cada día pero a intervalos
cortos, sin rumbo fijo y soltando amenazas y nombres de hijos al tuntún, y no es lo mismo. Te refieres a correr de verdad, concentrada, a marcarte un Forrest
Gump en toda regla. Y a la que te pusiste te vinieron de golpe a la cabeza algunas
cosas que no recordabas del hecho de correr:
1. Que no te gusta una puta mierda.
2. Que dejaste de correr desde
que te operaron una rodilla y el traumatólogo te prohibió deportes de impacto. Tu inflamación de esta mañana os envía saludos.
3. Que necesitas un sujetacachetes porque sujetadores compresores ya tienes, pero te rebotan los mofletes
del culo cuando trotas y es harto desagradable.
4. Que empiezas caminando y no
acabas de encontrar el momento de ponerte a trotar de verdad, y vas hablando
para ti misma:
“Mejor
unos minutos de calentamiento caminando. 5 minutos. 7 minutos. 12 minutos… Va. En cuanto llegue a ese árbol empiezo".
Llegas.
"Ahora sí. Empiezo dentro de dos
minutos. A en punto que será más fácil controlar el tiempo”.
22:30h.
“Venga ahora.”
Y de
repente piensas:
“¿Pero por qué voy a correr si no me
persigue nada ni nadie? ¿¿A ver qué puta necesidad tengo de huir??”
5. Que no puedes olvidarte los
cascos en casa y poner la música a todo trapo igualmente en el móvil porque
eres una madre. Y las madres tenéis canciones como “De nada” de Vaiana o “Let
it go” de Frozen en tu playslist preferida y justo se arrancan a sonar cuando
estás pasando al lado de alguien.
6. Que duele el alma cuando
corres. Notas como los pulmones se abren paso por el esternón para intentar
trepar por el esófago y salírsete por la boca. Horroroso.
7. Que hacerte mayor también
tiene sus ventajas porque la gente joven te mira raro pero no puede importarte
menos.
8. Que corriste sólo 12 minutos,
de los cuáles del tirón sólo aguantaste 5 y que tienes que volver a recoger
uno de tus pulmones tránsfugos.
Conclusión: no entenderás en
la vida que gracia hay en correr. No te gusta, es aburrido y doloroso. Sin
embargo hay gente a la que la hace tremendamente feliz y te gustaría ser uno de
ellos, así que en pro de la operación Cuarentona Molona y mientras tus meniscos no se quejen (mucho) vas a seguir
intentándolo.
¿Algún consejo?