sábado, 28 de octubre de 2023

Mi primer (y espero que último) hackeo chispas.

Hace 8 meses me hackearon la cuenta de Instagram de @estoesparauna y ayer conseguí recuperarla así que voy a compartir cómo lo he conseguido por si le sirve a alguien, me consta que las hackean constantemente.

DÍA 1.

El 27 de marzo de 2023 recibí un mail informando de que alguien en US había intentado cambiar la contraseña de mi cuenta. Pocos minutos después recibí otro que confirmaba que la contraseña había sido cambiada y mi dirección de email asociada cambiada a la de thompsoncamden880@gmail.com (feel free de spamearle, por gilipollas). Y al poco un tercer y demoledor último mensaje que decía que habían activado el two step authentication (TSA):

Lamentablemente no vi los mails en tiempo real porque estaba trabajando. En un descanso del trabajo fui a entrar en IG con mi móvil (siempre lo hago con la huella dactilar) y me pidió la contraseña lo que me llamó la atención pero tenía el 90% de mis neuronas concentradas en temas de trabajo y pensé en revisarlo más tarde. CAGADA. Porque horas más tarde cuando intenté volver a entrar ya era tarde.

Entonces vi los mails y la activación del TSA y se confirmaron mis dos peores sospechas.

La primera que soy tan rematadamente idiota que yo en su día no activé el TSA y la segunda que alguien había conseguido entrar y activar el TSA lo que me iba a poner las cosas muy feas para recuperar mi cuenta.

El resto del día estuve más en shock que otra cosa. Al principio parecía que mi cuenta había desaparecido, pedí a algunos amigos que me buscaran y no me encontraban. Así que decidí crearme otra cuenta @estoesparauna_alba no fuera a pasar la niña un día sin IG…

Ese mismo día por la noche recibí un whatsapp en mi móvil personal de un número de Massachussets, US en un español muy cutre y medio inglés, haciéndose pasar por el servicio de atención al usuario de Instagram y preguntándome si por casualidad había tenido problemas hoy para acceder a mi cuenta.

Casualidad, mis cojones.

Instagram no tiene equipo humano de atención al usuario, lo tiene 100% automatizado y básicamente es una web con mucha información y links que te indican qué hacer en cada situación. Solo las cuentas con cientos de millones de seguidores tienen asignada una persona que les ayuda en estas situaciones. Está claro que a IG le interesa que Kim Kardashian no pierda el control de su cuenta pero se la suda una mindundi en el Delta del Ebro.

Le respondí al gilipollas diciéndole que sabía que me había robado la cuenta y que me la devolviera. Al principio me intentó convencer de que formaba parte del equipo de IG pero como no colaba al final se puso a la defensiva diciéndome que si no le enviaba un código que me acababa de llegar a mi correo que eliminaría la cuenta definitivamente.

Le envié a la mierda en español que desahoga mucho más y me empecé a hacer a la idea de perder la cuenta para siempre. Lloré un poco, no nos vamos a engañar. De frustración. Y eso que para mi IG es un pasatiempo y no una herramienta de trabajo.

Al mismo tiempo empecé a recibir llamadas y mensajes avisándome de que “seguramente” me habían hackeado la cuenta porque estaba enviando mensajes incitando a invertir en bitcoins a todo cristo.

Así que me puse en contacto con un buen amigo que vive en San Francisco y que forma parte del equipo de seguridad de una de las empresas tecnológicas más tochas de Sillicon Valley. Y me dijo tal que así:

No le envíes NADA al hacker. Bloquéalo. Primero ve als Mossos a poner una denuncia, no te va a servir para nada, pero te cubres las espaldas en caso de que alguien caiga en la trampa, invierta dinero, lo pierda y te acuse a ti de incitarlo. Y segundo, ve haciéndote a la idea de que no la recuperarás si IG no desactiva internamente el TSA

Y como ya he comentado, contactar con un humano de IG es misión imposible.

DÍA 2.

Dicho y hecho. Al día siguiente a las 6 de la mañana estaba en los Mossos poniendo la denuncia. La Mossa que me atendió casi se pelea con el teclado pero al final conseguí poner la denuncia y llevarme una copia.

Lo siguiente que hice fue maldecir en arameo al hacker otra vez. Además a los pocos días volaba a Boston por trabajo y me entraban ganas de amenazarle con que iba a por él, demasiadas pelis de acción por mi parte pero ganas no faltaban.

Así que me puse a rumiar y en una cena de empresa copa en mano decidí contarle mis penas al CSO (Chief Security Officer) de mi empresa (es una empresa americana de tecnología con sede en Los Angeles) con quien tengo muy buen rollo. Y dio la puñetera casualidad de que él tenía una amiga que trabaja en IG y me puso en contacto con ella, al momento la llamó. Esta chica me pidió una copia de la denuncia y pantallazos de los mails y los mensajes de whatsapp, y abrió un ticket para que el equipo de soporte interno lo solucionara.

Ahí pensé que empezaba a ver la luz al final del túnel, pero con Estados Unidos uno nunca sabe y como dijo el cabrón de Murphy: “Si algo puede salir mal saldrá mal”. Y salió.

Instagram hizo layoffs antes de verano (ERE americano) y la chica que se encargaba de mi caso fue despedida. Bravo. Mi gozo en un pozo.

Por lo que que decidí intentar recuperar mi cuenta por la vía del mortal común. Me leí TODO el centro de ayuda de Instagram, palabrita. Y me puse manos a la obra.


¿Qué hay que hacer?

El primer paso es recuperar la contraseña. Para eso tienes que intentar acceder a tu cuenta dándole a “olvidé la contraseña”. Te pedirá un código de 6 dígito que no tendrás porque le llegará al mail del mamarracho así que tienes que darle a “pedir ayuda o probar de otro modo”. Y te acabará llevando a la opción del videoselfie para comprobar tu identidad y que realmente la cuenta era tuya y te la han robado.

Hay que enviar mil putos videoselfies. En Arizona hay un servidor con todos mis videoselfies enviados, lo intuyo.

No hay que tirar la toalla cuando recibes el primer mail de “no hemos podido confirmar la identidad”. Envía otro vídeo. Hay que hacerlo.

Hay que hacerlo hasta que el propio IG te de error al enviar el vídeo porque has enviado demasiados. Descubrí que hay un tope de vídeos por día que puedes enviar, en mi caso 12. Y no sé si en mi caso también, pero hasta al cabo de 3-4 días no podía volver a probar de enviar videoselfies, de ahí que me haya costado 5 meses recuperarla.

Cuando por fin te reconoce, te permite cambiar la contraseña, la cambias y también cambias el mail de acceso y quitas el del mamarracho y pones el tuyo.

Si el hacker no ha activado el TSA, entonces ya has recuperado la cuenta, ole tu chocho moreno.

Pero si te ha tocado el mamarracho premium como a mi y tiene activo el TSA entonces hay que repetir el proceso y necesitas dos videoselfies más reconocidos lo que implica otros chorrocientos mil videoselfies enviados con lapsos de tiempo entre medio.

En este caso tienes que intentar entrar con el nuevo password que sí reconocerá, pero inmediatamente te pide un código de 6 dígitos que ha generado la app de TSA (la que él haya vinculado su puto móvil del mal). Como no puedes conseguir ese código le das a “probar de otro modo/Try another way) y te vuelve a pedir el puto código y le das a un link pequeñiiiito que hay abajo del todo que en inglés pone “Account recovery” supongo que en español será “recuperación de cuenta” y ahí vuelves a llegar al puto videoselfie. Y le das. Mil veces más.

Consejo: sonreíd en el videoselfie aunque os sintáis ridículos, si estás seria/o (estarás puteadísima/o) no te reconoce.

Cuando me reconoció la autoría de la cuenta por segunda vez pensé que ya podría entrar pero no, así que seguí intentándolo (Alba, hija de Dramabuelo, descendiente de manchegos es cansina hasta doler) y al tercer vídeo reconocido (que no sabía si funcionaría) me dejó entrar en mi cuenta. Y fui rauda a eliminar toda la info del mamarracho y a activar yo misma el TSA, con mis códigos de autenticación y no los suyos.

Y ahora la tengo más asegurada que el Pentágono.

Esto fue anoche, 27 de octubre de 2023, 8 meses exactos desde que me la robaran.

Eso sí, esta noche me he despertado varias veces porque soñaba que me la volvía a robar y chequeaba que podía entrar. Puto mamarracho.

Espero que a alguien le sirva de ayuda. Ánimo.

 

sábado, 9 de septiembre de 2023

Testosterona, testosterona everywhere (con acento americano).

Hace unos días vi un meme que decía algo como “Criar chicos significa estar todo el día oyendo hablar de fútbol, Christiano, Messi, Roblox, Minecraft, Geometry Dash, pizza, pedir constantemente que se duchen y que se laven los dientes”.

Añadiría “y sobreviviendo a sus ataques de napalm en todos sus formatos”.

Omá que hartura de mozos...

Siempre quise tener un hijo y lo tuve. Y mis ovarios no contentos con darme un hijo decidieron por su cuenta darme dos más, chicos también. Así que aquí estoy, viviendo rodeada de seres humanos con bolas colganderas entre las piernas.

Y es maravilloso, vaya si lo es. Ser la abeja reina de la colmena lo mola todo pero tiene infinitos riesgos asociados.

Como estar un día tan tranquila en el sofá perdiendo el tiempo en redes sociales y que te venga uno de tus hijos, uno al azar, corriendo como si no hubiera mañana gritando “¡¡mamá, mama ven corriendo, ¡¡¡tienes que venir!!!” Y tú, como buena madre licenciada en el noble arte del brinco mortal ante berrido de hijo en apuros te levantas de un salto y vas. Y corres. Y llegas. Y hueles. Y un pedo de napalm te explota in da feis. Y tu hijo, empieza desternillarse sobre sí mismo y a reír a mandíbula batiente más feliz que un “gínjol”. ¿Por qué de qué sirve tirarse una bomba de ántrax si no va directo a la pituitaria de tu madre?.

El segundo pasatiempo favorito de mis hijos es hacerme oler partes random de su cuerpo y a ser posible que me ponga verde pistacho y me maree.

Anoche viendo la batalla de los bastardos de Juego de Tronos (otra vez) me encontré una manita debajo de mi nariz envolviendo todas mis fosas nasales y obligándome a esnifar las desconocidas y misteriosas partículas de mierda que hay en la palma de la mano de mi hijo. El mismo que igual se está sacando un moco que rascándose un huevo. En toa mi cara. Sin anestesia. Y detrás de la manita una carita esperando mi veredicto con la esperanza de que fuera acompañado de arcadas y una infección pulmonar.

Tener solo hijos es una oda a la escatología en su estado más puro. Si da asco mola, si encima huele mal mola más. Si encima tu madre se pone verde y tiene arcadas es el súmun de lo putomejor del mundo.  

Ni Leo se salva de esa máxima. Como buen autista pensaba que sería maniático y le molestarían ciertas texturas (como la de la mierda) y ciertos olores (como los de la mierda también) pero no. He parido al autista escatológico que se une al festival de los horrores de sus hermanos.

A un autista escatológico natural de Oklahoma, Estados Unidos. Porque mirad que delicia de acento americano gasta mi hijo:

 


¿De dónde lo ha sacado? Pues no lo tengo claro del todo. Porque vale que cuando nació Jomío impuse la dictadura en casa de ver todo en versión original y empieza a dar sus frutos, pero es que el acento de Leo nos deja en evidencia al resto de la familia.

Mi jefa americana me sigue en Instagram y me soltó un "¿Tu hijo es monísimo pero ese inglés no se lo has enseñado tú, ¿¿verdad??" No hija no, qué le voy a enseñar yo que soy de la generación del "watanegui consup...sopa de caracol, ¡hey!". 


miércoles, 5 de julio de 2023

Cosas que pasan cuando no hay niños en casa.

Silencio absoluto. Solo se oyen las bombas de napalm del padre cuando va al baño.

Me veo reflejado el culo en las baldosas del baño. Los baños aguantan limpios todo el día. Lloro.

Escribo un post un miércoles a las 20:30 en cinco minutos.

No hay una montaña infinita de ropa sucia en el cesto, ni de ropa para tender o doblar y guardar. 

La nevera tiene mucha comida. No desaparecen los yogures de cuatro en cuatro en un pestañeo.

El mando de la tele no desaparece misteriosamente. Siempre está en su sitio.

Y podemos ver lo que nos da la gana a nosotros. Sin dibujos, ni canciones cansinas ni series infantiles y/o adolescentes odiosas.

Puedo trabajar desde casa sin dos monitos haciendo ruidos y pidiéndome cosas constantemente. 

No hay un rastro de caucho desde el cuarto del mayor hasta el jardín. Le obligamos a quitarse las botas de entreno en el jardín para evitar las juanolas el caucho dentro de casa y el de las botas lo evitamos, pero el que se le va cayendo del culo (literal, es portero y se reboza en el terreno de juego) no. 

No tengo la presión mental de tener que pensar en cenas. 

El padre puede ir a recogerme al aeropuerto un martes a las 23:30 de la noche.

Podemos salir a cenar solos si nos apetece sin molestar a nadie (abuelos, canguro...).

La vida transcurre lenta, la puedes contemplar y decidir a conciencia qué vas a hacer después.

Pero vaya puta mierda de vida.

Echo de menos a mis tres cernícalos. 

Echo de menos escuchar constantemente voces, conversaciones surrealistas, risas, cabreos, discusiones, toses, estornudos, risas otra vez, abrazos espontáneos entre hermanos seguidos de collejas, peleas por la última natilla (en esta casa una natilla ha sido objeto de gabinetes de crisis y consejos de guerra) y esa sensación de estar los cinco encajados en el sofá sin poder movernos súper incómodos pero muy a gustito.

No tiene sentido y lo tiene todo. 

Dos días quedan para recuperar la entropía de la casa, hasta entonces a seguir disfrutando de las bombas de napalm del padre.




viernes, 9 de junio de 2023

Leo y sus cositas.

¿Qué cómo está Leo? Él fantástico. Los que estamos vivos por los pelos somos el resto. Estamos atravesando una fase muy experimental y suicida temeraria. 

Le ha dado por poner a prueba los límites de la física. 

 

El otro día al llegar a casa encontré la escena de un crimen. Había untado a Chase (un peluche de la Patrulla Cansina Canina) de ketchup y le había metido una pata dentro de la tostadora. Y la tostadora en marcha por supuesto, de qué sirve experimentar si algo o alguien no sale herido. Le delató el pestuzo a ketchup y tela quemada y el ruido de su esterotipia de celebración (el aleteo se oía desde Peripgnan).


Cuando no está metiendo cosas en la tostadora, y por cosas me refiero a cosas: peluches, papeles, pañuelos, colores... mete lo que sea que pille, una manzana, un yogur o un bocadillo dentro del microondas. Podemos darnos con un canto en los dientes porque aún no ha metido nada metálico. Le hemos puesto una orden de alejamiento del microondas sin mencionar lo que pasa cuando metes algo metálico porque los ojos le harían chiribitas y tardaría nada y menos en ponerlo a prueba. 


Y nuestra pobre alma en desgracia, harto de no poder acercarse a la tostadora ni el microondas le ha dado por provocarse desprendimiento de retina enchufándose directamente a los ojos una linterna led. A su retina o al del que tenga más cerca. Que no haya un minuto de paz en esta casa. 


También le hemos puesto una orden de alejamiento de todo chacharro que funcione a pilas. 


Y como la electrónica y la física han quedado fuera de su alcance, ahora le ha dado por el campo de la química. Ya sea en la cocina o en el baño. En la cocina le hemos pillado dos veces llenando de agua una de las jarras y echándole aceite, vinagre, sal, edulcorante, pan rallado y todo lo que pilla a mano por la cocina. Y en el baño pone el tapón en el lavamanos, lo llena de agua y le echa todo lo que pilla por los armarios, pasta de dientes, polvos talco, jabón, colonia... 


Y cuando le llamo por su nombre completo con un buen berridomadre: ¡Leo Apellido Apellido! Oigo desde el otro lado de la puerta: ¡Mamá no se enfada! Y no es una pregunta, es una afirmación. La candidez autista tiene estas cosas, que no sabe mentir y cuando le llamo y está haciendo alguna maldad se delata diciendo: ¡Mamá no se enfada! Porque es lo que él quiere que pase a continuación y ahí sé que eso es lo que va a pasar cuando vea el desaguisado.  


Y me pongo a contar hasta 10 y a respirar profundo para no matarlo y para no reírme porque me hace mucha gracia el tono y su vocecita y me cuesta mantenerme firme en mi propósito de regañarle. Las risas de sus hermanos de fondo no ayudan a que mute en Sargento Bazoka.  


Así que en general bien. No podemos usar el microondas ni la tostadora cerca de Leo porque todos peligramos, pero bien. Buen fin de semana :)

domingo, 2 de abril de 2023

2 de abril. Día mundial de concienciación sobre el autismo.

Día 2 de abril que llega, día 2 de abril que se disfruta y se comparte.

Por estos lares seguimos navegando por aguas azules de la mano de nuestro bombón Tea y he aquí la actualización. 

Físicamente está gigante. Hace dos semanas me preguntó una señora por la calle si mis hijos eran trillizos. Lo que es bastante representativo del tamaño que gastan mis gemelos a sus 8 años. Están casi tan altos como Jomío que está a punto de cumplir 13. Tengo dos bestias pardas por hijos.  

Y tengo digeridos ya 7 años de ese maldito y bendito diagnóstico de autismo.

Echando la vista atrás es impresionante el camino. Pero en el día a día estoy tan centrada en poner las luces de corto alcance e ir superando días y semanas que no es hasta que me decido a hacer una “retro” que no me doy cuenta de lo lejos que hemos llegado.

MiLeo está gigante y fantástico.

Habla poco pero habla. No será cantante ni locutor de radio pero se comunica verbalmente. No tiene la verborrea de su hermano mayor ni la de su madre ni su dramabuelo pero se comunica sin problemas cuando él quiere comunicarse. Como su padre vamos. 

Sigue controlando su superpoder de conectarse y desconectarse del entorno próximo. Ya quisiera yo decir “voy a no pensar en nada y a no dejarme alterar por nadie” y pudiera conseguirlo como él. Leo dice “ahora no estoy para nadie” y no está. Le llamas, le molestas, le tocas, le bailas la macarena en arameo y el tío ni pestañea. No como yo que digo que voy a desconectar y me tumbo en la cama haciendo listas mentales de tareas pendientes y mierdas varias.

Sigue haciendo estereotipia con los brazos en todos los idiomas posibles, pero ya no temo que salga volando porque pesa un quintal. Y como prueba las TRES camas que llevamos con él en 1 año. Ha roto dos estereotipando encima de ellas de tanto impulso que se da y de tanto que pesa (52kg, mide algo más de 1,50 para tener la foto entera). A ver qué aguanta la tercera.
Y maldita la hora en la que le dije que en su cama no se estereotipaba, que se estereotipaba en la nuestra que es la más robusta de todas. Porque a veces le da por venir a estereotipar a las 7 de la mañana. Tú estás tan feliz soñando con tus vikingos y de repente empiezas a saltar literalmente en tu propia cama y no por un empotre a dos tiempos, sino por un mico de 52 kg estereotipando y sonriendo.

Es un experto en señales de tráfico y normas de circulación. Mucho me tendría que equivocar para no atinar al decir que será guardia urbano o profesor de autoescuela o algo así. Aunque la última vez que le pregunté que quería ser de mayor me dijo que bombero. El cuerposerrano y la fuerza los tiene, ahora bien, la cultura del sacrificio y del esfuerzo mis hijos como que no. Ninguno de los tres. Se conoce que el tamaño del cuerpo es proporcional al de los huevos y les pesan para prácticamente todo.

Recientemente he descubierto que Leo tiene picardía. Cuando me voy de casa a hacer deporte fuera (caminar, en bici, yoga o al gimnasio) Leo me coge el móvil para jugar aún sabiendo que entre semana no puede. Y cuando entro por la puerta me viene corriendo me mira a los ojos directamente y me dice: “La mama no s’enfada”. La canguro se chivó de que me decía eso porque me había cogido el móvil. Aunque tampoco era necesario porque cada vez que me pilla el móvil me lo encuentro lleno de logos de LG.

Sigue siendo el mimado de su clase. El viernes la madre de una compañera de clase me envió una foto en la que está sentado en el patio rodeado de esta compañera y dos niñas más y le están acariciando y él dejándose querer.

Y el resto de la tropa también están fantásticos, gigantes y algo porculeros.

Massimo sigue en sus trece de ser youtuber, no tener ni repajolera idea de qué hay que hacer para ser youtuber no es obstáculo para él. Él quiere ser Youtuber y será Youtuber porque no hay niño más decidido, convencido y cabezonaco. Ayer me recitó un trozo de una canción y al terminar me dice: “Mamá esto es lo mejor que has oído en toda tu vida mundial”. Dos apuntes:

Uno, no lo preguntaba, lo afirmaba. Y dos, “de tu vida mundial”, Massimo hace unas combinaciones al hablar dignas de estudio. Sigue yendo a la logopeda, no vaya a haber un minuto de paz en esta casa.

Jomío está en plena metamorfosis de gusano de seda a mariposa, está en plena fase capullo. Y aunque aún no literalmente porque sigue siendo adorable, ya tiene momentos de “déjame en paz tú no lo entiendes” y se pasa el día torturando a sus hermanos gemelos y abusando de su posición de poder. Y yo, que soy hermana pequeña, me subo por las paredes. Pero le quedan dos días porque los gemelos van a ser más grandes que él y se las van a devolver muahahahaha.

En resumidas cuentas, Leo está bien, y si él está bien todos estamos bien 😊💙

Feliz día mundial de concienciación sobre el autismo a todo el mundo especialmente a todas las familias con un pajarito azul.

En otro orden de cosas me han hackeado la cuenta de Instagram y he tenido que abrir otra mientras trato de recuperar la mía. La nueva es @estoesparauna_alba En otro post compartiré la historia del hackeo porque hay un tío en Chicago que me está echando un pulso y no le está saliendo gratis ñeñeñe :b

viernes, 25 de noviembre de 2022

Mass, modo survivor limitless extrem on.

Tres hijos como tres soles y lo único que tienen en común son sus padres y que los tres son clones del padre hasta en el metabolismo caribeño.

Por lo demás, cada uno en las antípodas del otro.

Luca (aka Jomío) es un encanto lo mires por donde lo mires. Razonable, noble, empático, tranquilo y alegre. Es un poco “dramanieto” y su "dramabuelo" no puede estar más feliz. 

Hace unos días apareció a medianoche en el salón porque decía que no podía dormir porque tenía “tormentos del pasado”. Como no fueran tormentos del recreo no sé yo. Pero ahí le teníais explicándoos que a veces se alegraba cuando regañamos a su hermano Massimo y eso le hacía sentirse mala persona. Que a ver, regañar a Massimo forma parte de mi rutina diaria de ejercicios porque es para darle de comer a parte. Y Luca pobre, se sentía culpable por haberse alegrado cuando su hermano se había llevado algún moco por incordiarle hasta el infinito y más allá.

Leo es mi leoncino azul. Mi bombón autista que me tiene el corazón robado. Autismo aparte, es dulce, tranquilo, introvertido, inteligente y saltarín. No puedo con él, me tiene totalmente enamorada. A parte físicamente se está postulando como un dios vikingo en toda regla y se me cae la baba a chorretones con esas espaldas. 

Él está enamorado hasta las trancas de su señal de rotonda que ya la hemos adoptado como la cuarta hija, viene con nosotros a todos lados, la alimenta, la acuesta y la cuida. Está haciendo con ella todo el juego simbólico que no ha hecho en 7 años. Bienvenida sea la señal de rotonda a la familia. Amén.

Y después tenemos al benjamín. Massimo. Éste nació en modo survivor limitless extrem. O lo que es lo mismo, dispuesto a sobrevivir a sus hermanos, a sus padres y a toda la especie humana con alegría y porculismo a partes iguales.

Menudo tío. Siete años y ya dando por culo como si tuviera quince.

Massimo quiere ser youtuber. Y lo tiene claro no, lo siguiente.

Anoche le preguntó a Jomío: ¿Tú qué quieres ser cuando seas un niño más mayor? (porque se ve que no van a dejar nunca de ser niños, mira que suerte la mía...guiño...guiño).

Jomío: Astrofísico.

Mass: ¿Por qué?

Jomío: Porque me gusta la física y el universo.

Mass: Eso será aburrido. Yo seré youtuber. Diré “Saludos a todos, suscríbete a mi canal y dame un like”.

Se giró hacia mi:

Mass: ¿Mamá a los 12 años ya puedo ser youtuber?

Ese es mi futuro. Un mico de 7 años que quiere ser youtuber de videogames. Que a ver, si nos tiene que sacar de pobres no seré yo la que le corte las alas. Según él, a los 12 se abrirá un canal que tendrá muchos suscriptores y ya. Le veo algunas lagunas a su plan...

Si Leo nos rompió los esquemas de lo normo típico, Massimo nos terminó de sacar de la zona de confort a ostias. Que no haya un minuto de paz en esta casa.

Es un niño con una seguridad en sí mismo acojonante, no duda de sí mismo para nada. Nunca. Jamás. Ever. Él es está seguro de todo y es feliz, siempre. Y le suda soberanamente los cojones lo que el mundo piense, opine o respire, incluida su madre.

Un día random a la hora de comer:

“Mamá yo no me como la verdura porque es que a mi no me gusta” en tono condescendiente como si me hubiera equivocado al ponerle el plato.

Yo: “Pero te las tienes que comer igual”.

Me mira fijamente a los ojos, respira hondo como diciendo “Señor dame paciencia con esta mujer”.

“Mamá, es que a mi NO ME GUSTA (vocaliza bien esta parte como si no me estuviera enterando bien) la verdura, yo no como verdura. ¿Lo entiendes?”

Le falta solo darme dos palmaditas en la espalda de “ale, circula bonita”.

Hace unos días arropándole por la noche me suelta: “Gracias mamá, eres una buena chica”.

Se conoce que soy una buena chica cuando hago algo por él como arroparle, alimentarle, abrazarle… lo que viene siendo ser su madre vamos.

No tiene los cojones más grandes porque no le caben en los pantalones.

Es sincero hasta doler.

“¿Por qué en la escuela te comes los garbanzos y en casa no?”

“Por qué los de la escuela están muy buenos y los tuyos tienen un sabor así como de asco”

Menos mal que mi autoestima culinaria emigró allá por 1999 y me toca un pie ser un desastre en la cocina.

Su día ideal es un día en casa todo el día, en pijama, jugando a la play. Como un adolescente medio pero con 7 años en lugar de 15.

“Massimo vístete y acompáñame a hacer la compra”.

“Uy no, que estoy muy bien en pijama en el sofá”

“Es una orden”.

“¿En serio? Bueeeeeno, pero compramos galletas de chocolate blanco y fanta de naranja”.

Siempre poniendo condiciones a todo y negociando lo innegociable.

En la cola del súper. Con esa voz chillona y poco discreta que tiene:

“Mamá, ¿ya llevas suficiente dinero para pagar todo esto?”

En el coche.

“¿Puedo conducir?”

Y así.

No es que ve a mi futuro, es que mi futuro ya está aquí.

¡Buen fin de semana!

viernes, 11 de noviembre de 2022

Soy autismom.

Y a veces se me olvida. Se me olvida que esto es duro y es de por vida.

Y es que, aunque Leo es una infinita maravilla y nosotros lo llevamos muy bien, siempre hay días y siempre va a haberlos en los que todo se vuelve negro oscuro como el ojete de un orco de Mordor.

Esta mañana ha sido uno de esos días. Y lo ha desencadenado una soberana y efímera gilipollez, o no.

Long story, short: Los gemelos van a 3ero de primaria. Hoy tenían excursión en el colegio, pero hace un par de días que la cancelaron porque había previsión de lluvia para hoy. Informaron a los niños para que informaran a sus padres. ¿Me informaron mis hijos a mi o a su padre? No. Leo porque es autista y la comunicación es punto débil. ¿Te informó por otra vía la escuela para asegurarse de que te llegaba el mensaje? No. ¿Te molesta? Pues tampoco porque me gusta que traten a Leo exactamente igual que al resto de sus compañeros y a mi exactamente igual que al resto de las mamás.

Llegamos a la escuela esta mañana, hago el desembarco de rubios y salen corriendo hacia el edificio principal. Y veo a mi lado a un par de mamás de su clase y de repente mi sentido arácnido me dice que algo no va bien porque sus hijos llevan las mochilas normales en lugar las de excursión y confirmo, efectivamente, que hoy no hay excursión (los nubarrones del cielo también sugerían que hoy excursión poca pero a mí, que me planté un mes de junio en Estocolmo en chanclas, a optimista no me gana nadie).

Y yo: ¡Ostras! ¡No lo sabía, no me han dicho nada!

Y una de las mamás: “No te preocupes, no pasa nada”.

Y ahí AHÍ mi cerebro ha hecho un CLIC. Y supongo que se me ha notado en la cara porque han insistido: “No te preocupes mujer que no pasa nada. Verás como la maestra...blablabla” Y he dejado de oír. Se me ha puesto el corazón a mil, me he dado media vuelta, me he subido al coche y me he vuelto a casa llorando como una magdalena.

En esa fracción de segundo de CLIC he pensado, sentido y vivido en lo más profundo de mis entrañas que evidentemente mi hijo a diferencia del resto de niños no me ha informado porque es autista, y me he dejado llevar por el catastrofismo mental: nunca será autónomo, nunca podremos comunicarnos de manera efectiva, nunca tendrá amigos, será víctima de bullying, nunca, nunca, nunca y un largo etcétera de torturas mentales. 

Me he tirado llorando una hora, por suerte estaba el padre en casa que es la máquina perfecta de abrazos y la persona más tranquila y racional que conozco. Y juntos hemos echado la vista atrás recordando dónde estábamos hace 5 años cuando nos dieron el diagnóstico y dónde estamos ahora, y eso me ha devuelto la cordura. Suerte la mía de tenerle.

Llevábamos dos días en casa hablando de la excursión, entre otras cosas por la anticipación para Leo y porque soy una motivada.

Yo: “¡Qué guay mañana de excursión!”

Y ellos: ¡Siííí!

Yo: ¿Y de qué queréis los bocadillos?”

Y los dos: “¡Yo de jamón! ¡Y yo de queso!”

Yo: ¿Tenéis ganas de ir?

Ellos: ¡Síííí!

Yo: ¿Y a dónde vais?

Mass: ¡A la torre de la Carrova!

Leo: ¡A la rotonda a ver señales!


Aquí tendría que haber confirmado lo de la excursión con las otras mamás dada la discrepancia de opiniones ya que ambos iban a la misma. Lección aprendida por mi parte.

Leo tiene la excusa de su autismo pero el cernícalo de su hermano gemelo no. En su caso se conoce que el tamaño de sus cojonazos le afecta a la memoria a corto plazo. Por lo visto a parte de autismom soy cojonazosmom.