Tú. Tú eres el auténtico reducto vikingo en esta casa. No
sólo por las pintas nórdico-festivas, que también, sino porque eres la única
portadora de ubres en esta haus y a día de hoy la única que sobrevive a los
putos viruses invernales.
Vives rodeada de niños, virus y bacterias, pero tú tan pichi. Ni un triste moco que te dé la excusa para meterte en la
cama y que te cuide tu campo de nabos, nada. Sana y lozana como una manzana.
Pero tus hombres, todos tus hombres incluidos los dos
bollitos gorditos, están mocosos, y los dos que tienen dientes con fiebre y
anginas. Bravo.
Mucha testosterona y mucha polla pero después son una
panda de mariconas. Ya lleváis un viaje al médico, y mañana toca otro no vayan
los príncipes de la casa a encontrarse un poquito mejor sin el beneplácito del
matasanos.
Y entre apiretales (que no epidurales, tienes al padre
confundido otra vez…), termómetros, biberones y mimitos, muuuuchos mimitos de
mamá, la vida en familia numerosa va avanzando, y es de todo menos aburrida. A saber:
- Los gorditos ya rozan el umbral de la obesidad. Han triplicado su peso al nacer en menos de 3 meses, y están repletitos de lorcitas no aptas para cardíacos ya que son altamente comestibles y tóxicas. Tóxicas porque si las tocas te hechizan y ya no puedes dejar de desearlas nunca jamás, insoportable.
- Jomío lo lleva bastante bien salvo que no entiende los balbuceos de sus hermanos y está convencido de que hablan inglés entre ellos, y no te creas que necesita alguna otra explicación. Encima tiene los huevos de alardear de hermanos ingleses en el cole, con un par.
- Los viajes en coche son un espectáculo.Ya no tenéis un coche, tenéis un tanque. Y cuando vais los cinco impresiona un cojón girarse desde el asiento del copiloto y visualizar la parte trasera del coche llena de gente mirándote, que presión..
- El día a día vitwingo es peculiar. De repente hay muchos pares de ojos, piernas y brazos. Cuando estáis todos en el sofá parecéis las figuras del tetris intentando encajar. El padre es el cuadrado, tú el palo largo y los vástagos las figuritas imposibles de forma extraña que se enganchan donde dan más por culo.
- Y cuanta más gente, más ruido. Siempre hay ruido, SIEMPRE, y risas, berridos, gorgoritos, estornudos, toses, pedos, bostezos… La de ruiditos que puede emitir el ser humano, cojones. Pues todos toditos todos, concentrados a un metro a tu redonda. Tienes un hogar muy zen.
- Y muy dietético. Tú has recuperado tu peso pre-parto y el padre, muy a tu pesar, ha perdido muchos kilos. Y es que en una casa con gemelos + 1 hay momentos, MUCHOS, muy críticos en los que tienes que escoger entre cenar o dormir. Y oye que lo de digerir aminoácidos y glucosa y lo empezáis a ver bastante prescindible y sobrevalorado. La mayoría de las veces gana el cansancio y os abandonáis al placer de la siesta de 7 minutazos hasta el siguiente berrido gemelar.
- Berrido que por cierto no siempre sabéis con exactitud de qué gargantita procede. Si hay algo del mundo gemelar con lo que no contabais era con entrar en el cuarto de los bebés dispuestos a aplacar las ansias gritonas y el hambre voraz de la criatura que está chillando biberón mediante, y al entrar encontraros con dos pares de ojos abiertos observando toooodos vuestros movimientos con cara de ”¿berrido?¿¿qué berrido??” y no saber cuál de los dos era al que estaban torturando hace unos segundos. Salir del cuarto, oír el llanto de nuevo, entrar y sólo volver a ver ojazos abiertos y ni un llanto. Y así toda la noche como dos gilipollas entrando y saliendo del cuarto con un biberón en la mano que no se toma nadie.
- Y por último y no por ello menos importante, te has convertido en la celebrity del barrio. Todo el mundo te para por la calle, todos se interesan por los bebés, todos se asoman al carrito y todos hacen las mismas preguntas que debes reconocer, para tu sorpresa, que siempre finalizan con un “Enhorabuena, son preciosos” y te vas con tus ojeras ufana y orgullosa cagando amor por las esquinas.
Ay... |