lunes, 27 de noviembre de 2017

Familia especial.

Y no lo dices tú. Lo dice la Generalitat. Y es que ya es oficial. Uno de tus gemelos tiene autismo. Se le ha reconocido un 35% de discapacidad y os habéis convertido en una familia numerosa de régimen especial.

Que a ver, que tu familia era especial tú ya lo sabías, para ti la más especial del mundo. A saber:

Tienes un marido que es una gran persona y una persona muy grande (arf…arf…). Trabajador, generoso y su paciencia no conoce límites. También es otras muchas cosas como un desastre combinando niños, pantalones y camisetas. Pero sobre todas las cosas es un buen padre y tiene una complicidad maravillosa con cada uno vuestros criaturos. Su talante conciliador y sosegado le convierte en un excelente mediador de conflictos, no como tú que eres polvorilla y el cabreo se te sube a la garganta en dos segundos y tienes que hacer un esfuerzo titánico para no blasfemar en arameo y convertirte en la niña del exorcista por un vaso de leche derramado.

Vuestro hijo mayor tiene siete años y es todo un personaje. Se encuentra en una fase muy bipolar en la que pasa de ser un adorable niño inocente de siete años a un pre-adolescente faltón que quiere ver tetas, pero todas sus maestras tanto en Barcelona como en Iaioland coinciden en que es un niño con muy buenos sentimientos. Y lo es. Él, sin saberlo ni pretenderlo, os inició en el mundo del autismo porque uno de sus mejores amigos de Barcelona tiene TEA y la manera cómo se entienden y se quieren es simplemente maravillosa. Es un niño fantástico.

Los gemelos. Doble sorpresa, doble trabajo y doble esfuerzo, pero también dobles raciones de besos, abrazos y risas. Son dos gotas de agua físicamente con sus tirabuzones rubios, pero radicalmente diferentes en temperamento. Uno en un extremo de la sociabilidad y la extroversión, y el otro en el otro extremo con un diagnóstico de TEA. Tus hijos tienen que ser siempre unos intensitos, en cualquier sentido, pero siempre todo intensito. Que no haya un minuto de paz en tu casa.

El gemelo normotípico (NT), así se llaman las personas sin ningún tipo de afectación, da mucho más por culo que el otro, pero muchísimo más, ande va a parar.

Mientras que el que tiene autismo es tranquilo, observador, dulce, nada rígido y se adapta a todos los cambios, incluidos los de rutina sin dificultad, el NT es un porculero profesional. Es simpático y extrovertido hasta doler, habla por los codos y es un brujo hipnotizador de abuelos que consigue lo que le da la gana, pero cómo se cruce, y se cruza mucho por cualquier gilipollez, monta unos pollos que si sigue vivo es porque cuando no está berreando como un energúmeno es la cosa más adorable y divertida que hayas visto en la vida. Tienes serias dudas de que este gemelo cumpla la mayoría de edad porque lo vas a matar antes, ya sea por adorable o por hijo de Satán.

Y tu león azul se llama Leo. Y tiene autismo. No habla ni muestra interés comunicativo ninguno pero es la personita más dulce que has conocido en la vida. Le gustan los números, la música y los macarrones del abuelo Garri. Es un niño sumamente feliz y afortunado porque tiene dos hermanos que le veneran y están mucho por él.

Jomío entiende la situación a su manera, y es el primero en venir corriendo hacia ti a grito pelado: “¡¡Mamá, Leo me ha pedido que le haga cosquillas y se las he hecho y me ha dicho ‘quiero más’!! ¿Ves cómo ya no es tan TÍMIDO???”. Y tú cagas amor. Y vergüenza porque lo ha dicho gritando cuando salía por la puerta de la escuela delante de todo el mundo. El gemelo NT le persigue por toda la casa para darle una galleta y le da besos en la cabeza, y a ti se te garrapiña la almorrana. Después monta un pollo de tres pares de cojones porque Leo se ha interpuesto en su camino hacia la tierra prometida (aka nevera) y te entran ganas de exterminarlo, pero te contienes. Estás segura de que Leo algún día hablará para poder enviar a la mierda a su hermano gemelo cuando le dan estos arrebatos.

También hay días duros, durísimos y duros de cojones. Pero ¿qué podéis hacer cuando avanzar es la única opción? Pues aprender a disfrutar del viaje y brindar por todos los éxitos.


También seguirás encomendándote a San Zen para no matar al NT en una de sus diarias performances de drama-queen porque le has acercado una zapatilla y él quería cogerla solo pero ahora que se la has acercado ya no la quiere, pero sí la quiere, pero “yo solo, déjame, sin tu ayuda, pero ayúdame coño, ahora ya no, pero qué haces, por qué me miras, ah mira una zapatilla voy a ponérmela, ya me la he puesto, ¿por qué lloras, mamá?”. Y así.