martes, 16 de octubre de 2018

El último bastión vikingo.

Se pueden poner enfermos todos los seres humanos de tu tribu que a ti no hay virus que te tosa.

Puedes vivir rodeada de vómitos, aspersores de cagarrinas, mocos y dalsy, que a ti no te duele un mísero pelo.

Te vomitan encima. Limpias vómitos. Respiras vómitos. Friegas vómitos. Quitas tropezones de vómito de las sábanas para que tu lavadora tampoco enferme por empacho de cosas sólidas.

Pones lavadoras y secadoras a las 4 de la mañana.

Cambias niños y sábanas a las 5 de la mañana.

Te vas a urgencias con pintas de vender droga a las 6 de la mañana.

Y sigues en pide de guerra, limpiando, atendiendo y mimando sin cuartel. Nada puede contigo y tú puedes con todo.

Hasta llenas tu cama de niños enfermos emisores de vómitos y cagarrinas en un intento por mantener al enemigo en cuarentena, para evitar que se propague una epidemia en tu campo de nabos. 
Pero tú duermes en el sofá que eres madre y rubia pero no gilipollas.

No obstante el virus es más fuerte que tu campo de nabos y cada minuto que pasa se contagia otro miembro. El último en caer es el padre que queda automáticamente recluido a la zona de contención con los otros dos contagiados.

Sólo queda limpio Leo, al que dejas roncar a patita suelta en su cama con la puerta cerrada evitando todo posible contacto con la zona cero y los infectados. 

Tú te mantienes limpia. Sana. Cansada, agotada y exhausta pero sana. Y con la casa reluciente a pesar de las fontanas di vomiti y de la colección de calzoncillos con derrapes de nocilla haciendo cola en el lavadero.

Eres como el último bastión vikingo. La aldea gala. La “resistance”.

Y como tú, cualquier madre. Os habéis convertido en las cucarachas del planeta, capaces de sobrevivir a cualquier armageddon biológico que asole la faz de la tierra.

AHORA BIEN...

Pasada la tempestad, asegurada la supervivencia de tu especie, cuando el sol brille más, tus hijos rebosen más energía que nunca y tu marido esté pletórico y con ganas de salir al mundo a correr bajo el sol, ese día tu culo y tú entraréis en barrena hacia la muerte.

Ese día no serás capaz de pestañear sin cagarte encima y te encomendarás a lo poco que sabes para que si te mueres, a tus hijos no se los coma la mierda porque sin ti esas leoneras van a mutar en mazmorras.

Ese día tus hijos gritarán a todo pulmón con sus cuerpos limpios de gérmenes y  tú te harás un bicho bola en el sofá con un buen Ragnar nórdico mientras deliras por la puta bajona que te habrá dado.

Y como ese día tus cuatro chicos no te mimen y te cuiden como bien mereces, no van a tener suficiente Iaioland para esconderse...
Que una es madre, vikinga y valiente, pero un poquito de puturrú de fuá de vez en cuando no viene mal.

Feliz primer informe de urgencias de la temporada otoño-invierno 2018/19.


4 comentarios:

  1. Ay, el dramabuelo con sus nietos enfermos... te llegarán bidones de caldo con arroz!

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  2. Te has ganado el Valhalla rubia! Espero que te hayan mimado mucho. ;)
    Muas!

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